Como cada año, y ya van siete, me gusta hacer una última entrada del año que termina destacando las vivencias más interesantes que he tenido como rolero durante los doce meses anteriores. Evidentemente, en este nefando, horrible e infausto 2020 que por fin muere, cualquier cosa de ese jaez que comente por aquí sonará a frivolidad, pero bueno, creo que las costumbres hay que respetarlas.
Huelga decir que muy probablemente algunas de las cosas que menciono a continuación habrían sido muy diferentes de no haber ocurrido todo lo que ha ocurrido este 2020, y es que la puñetera pandemia nos ha afectado hasta en los detalles más nimios del día a día, y el rol no es una excepción. Pero bueno, es lo que nos ha tocado vivir, así que toca apechugar con ello y seguir adelante.
Así que ahí van, sin mucho orden ni concierto, mis doce batallitas de cada año.
12. Números, números. 2020 ha sido el año que este blog ha recibido (dentro de unos guarismos tirando a discretos, como siempre) más visitas en toda su historia. De hecho, en los meses de marzo y abril las visitas se dispararon hasta números que ni siquiera se alcanzan en un Noviembre hermético. Supongo que, siendo esas fechas, la gente decidió tirarse al rol online y muchos de los que lo probaban por primera vez acababan en alguna de las entradas en las que yo he tocado el tema alguna vez, así que espero que les sirvieran de algo. También ha contribuido a ese ascenso un Noviembre hermético absolutamente hiperactivo y trepidante, pero de eso hablo más abajo. Por lo tanto, como sigo teniendo en la cabeza tonterías sobre las que hablar (y reseñas que escribir), y hay gente que lo lee, parece que Ars Rolica seguirá dando la lata un poco, al menos mientras me dure la «inspiración». Otros números, los del bolsillo, sí que han ido para abajo, y es que este año he gastado bastante menos dinero en rol que en otros anteriores y, con la excepción del dispendio de cierta caja ciberpapal, la cosa ha estado controlada. Me da a mí que 2021 no será tan amable con mi cartera…
11. La odisea de las redes. Me hago viejo, lo confieso. Cada vez me cuesta más salir de esta, mi cueva, y tratar de contactar con la rolosfera que sé que está ahí fuera, pero a la que he perdido la pista después de la debacle de Google+. Tras dar el salto a la fallida MeWe, este año ha sido el momento de emprender otra diáspora hacia Discord, una red social que aborrezco pero que, parece, es el único lugar donde se puede departir sobre el hobby con cierta asiduidad. De hecho ni siquiera me parece especialmente apta para eso, y por eso me resulta fascinante que haya quien la utilice para jugar partidas. De hecho, como menciono más abajo, he tenido (o sufrido, más bien) una experiencia de partida con ese invento de Belcebú y mis peores temores se han confirmado. ¡Qué espanto!
10. El salto a Comunidad Umbría. Decía el año pasado que empezaba a hacer mis pinitos en Comunidad Umbría, la que es sin duda la página más popular para partidas de rol por foro en español. Esos pinitos han ido este año un poco más allá gracias a dos partidas en las que me enrolé para acabar de probar el sistema. La verdad es que era muy difícil resistirse: una era de Ars Magica y la otra de Traveller, nada menos que para jugar Piratas de Drinax. Las experiencias en general han sido bastante positivas. La de Ars era un experimento para hacer una partida «acelerada», gracias a un sistema de generación y resolución de aventuras que se curró el DJ y que permitía avanzar años rápidamente. Por desgracia me costó bastante hacerme con ese sistema y para cuando conseguí hacerlo, la partida se había parado (tenía una duración fijada de tres meses). Pero me dejó muy buen sabor de boca. Con Traveller es casi el caso contrario: vamos muy, muy despacito, pero la estoy disfrutando como un enano, y además me está permitiendo (re)descubrir qué gran juego es esta segunda edición de Mongoose. Llevamos dos personajes cada jugador, uno de «acción» y otro con algún cargo de oficial, y la verdad es que ha sido todo un acierto. También las estoy pasando canutas porque uno de mis personajes es el capitán de la nave, y la toma de decisiones es por momentos realmente peliaguda. Pero bueno, más allá de un momento realmente complicado (las malas tiradas resultan demoledoras en este juego), seguimos de una pieza, así que supongo que algo estaremos haciendo bien…
9. El rol online. Como veis, este año he probado casi todos los formatos del rol online, pero una vez más, han sido las partidas por Fantasy Grounds mi principal sustento rolero. A lo largo de estos doce meses he jugado un poco de todo, desde Torg Eternity hasta Traveller, pasando por un tramo final del año centrado en Rolemaster y, por supuesto, algunas ambientaciones salvajes de por medio para aderezarlo todo un poco, como mis queridas Accursed o Weird War I o alguna otra nueva, como Mutant Chronicles. Me ha quedado la espinita de no haber podido probar todavía con alguna partida por Foundry, pero espero poder sacármela no tardando mucho, que ese VTT me lleva haciendo ojitos desde hace demasiado tiempo…
8. En vivo todo es mejor. La de cal ha venido, claro, por el lado de las partidas presenciales, que se vieron cortadas de cuajo ante la irrupción de la puñetera COVID. Una pena, porque durante los primeros meses del año había conseguido jugar con cierta regularidad; en este caso, «regularidad» significa una partida al mes, pero después de muchos, muchos años de sequía, para mí ese ritmo era maravilloso. ¡Incluso salí de mi zona de confort para probar una sesión de Clásicos del Mazmorreo! Al final, entre partidas online y en vivo, en total he jugado 47 sesiones, que no sale a una a la semana, pero casi. Firmaría donde fuera por mantener este ritmo el año que viene, pero eso no quita que desde marzo no haya vuelto a sentarme a jugar en una mesa. A ver cuándo podemos volver a vernos las caras y tirar dados de verdad sin correr otros riesgos que los que corran nuestros personajes…
7. Jugador, no DJ. Pero de todo lo que he contado hasta ahora, sin duda lo más relevante es algo que no me había ocurrido casi desde que tengo uso de razón rolera: he jugado muchísimas más partidas como jugador que como máster. De hecho, todo lo que he dirigido durante el año han sido esas dos partidas de Accursed y Weird War I que comentaba al principio y una partidita de Bestias y Bárbaros. Todo lo demás lo he jugado al otro lado de la pantalla, y lo he disfrutado como un niño pequeño. Desde aquí quiero dar las gracias a todos los DJs que han tenido (o están teniendo) que sufrirme como jugador. Pero como la cabra tira al monte, llevo ya unas semanas con el gusanillo de ponerme de nuevo detrás de la pantalla y tengo como media docena de partidas pendientes que quiero poner en mesa, real o virtual. Ahora solo tengo que elegir por cuál empiezo…
6. Des-salvajización. Aunque no lo parezca por lo comentado hasta ahora, ando con una cierta desazón con todo lo relacionado con Savage Worlds. No solo es que sigo sin acabar de acostumbrarme a la nueva edición (aunque estoy trabajando en ello), sino que todo el panorama de publicación me parece bastante tristón. La decisión de PEG de centrar (al menos hasta ahora) casi toda su producción en Deadlands me deja bastante frío, y el nivel de las ambientaciones de terceros me parece hasta ahora bastante bajo (aunque The Secret Files of Section D es la primera que me ha llamado la atención de verdad y tengo muchas ganas de echarle el guante). En España el ritmo de publicación por parte de HT se ha frenado bastante, y de todas las otras editoriales que han intentado probar publicando producto salvaje, ninguna parece tener una continuidad mínima ahora mismo (aunque Hirukoa parece apostar fuerte por el sistema). Así que a falta de tener una buena alternativa para los productos de PEG (como lo eran las líneas que sacaban Triple Ace Games o GRAmel, sin ir más lejos), al final siempre acabo echando la vista atrás y tirando de las muchísimas buenas ambientaciones que tenía Deluxe. Veremos si en 2021 la cosa cambia…
5. El regreso de los clásicos. Traveller, Rolemaster, Ars Magica… efectivamente, este ha sido sin duda el año del regreso de los juegos clásicos a mis diferentes mesas. Clásicos «actualizados» (como puede ser Traveller) o en su estado original, como puede ser RM, al que jugamos en su segunda edición (la del 84, sí). Pero los tiempos cambian para todo, e incluso con Rolemaster, nuestro DJ ha introducido, con buen tino, ciertas reglas de la casa que ejercen de pequeña «red de seguridad» para evitar la elevadísima mortalidad del juego. Aun así, como siempre, no es en absoluto un camino de rosas: lo de que cualquier encuentro, por menor que sea, pueda ser el último, lo tenía casi olvidado. Con Ars Magica, por otro lado, he podido comprobar lo rápido que se le oxidan a uno algunas reglas del juego, algo que es casi normal, porque si hay algo que Ars tiene en abundancia, sin duda son reglas. Sea como sea, los he disfrutado todos mucho y, más allá del componente nostálgico, creo que todos aguantan bastante bien (aunque unos mejor que otros) el paso de los años…
4. Manualidades roleras: Aunque más abajo hablo del Noviembre hermético, no ha sido esa la única «manualidad» que ha visto la luz en el blog durante estos doce meses. Allá por abril liberé, a través de Drivethru, mi aportación a Torg Eternity con Muerte en Katas Raj, una aventurita gratuita en el terrorífico cosmos de Orrorsh. En septiembre también me lié la manta a la cabeza para traducir las Whimsy Cards publicadas hace ya bastante tiempo por Lion Rampant, por si alguien quería usarlas en sus partidas actuales de Ars Magica. Y por supuesto, no ha faltado una parte más de la Tetralogía de las Cuatro Estaciones, Noche de Reyes. Por petición popular, estoy dándole vueltas a traducir la última parte de las cuatro, El sueño de una noche de verano. En un principio lo había descartado porque creía que era relativamente sencillo hacerse con una copia física o digital del libro publicado por La Factoría, pero parece que no es así. Así que es posible (aún no estoy seguro) que acometa esa tarea en algún momento de 2021. Al fin y al cabo, como me recordó alguien hace poco, la traducción original de La Factoría la hice yo, así que eso que tengo ganado…
3. El Noviembre hermético. Qué noviembre han tenido este blog y la rolosfera hermética en general, sodales. No lo digo solo por la cantidad y el nivel de las colaboraciones recibidas en este blog, que también (que el tema fuesen los grogs probablemente ayudó bastante, sí). No podemos olvidar el soberbio Noviembre hermético que pudimos disfrutar en el Arcaneum ni tampoco, por supuesto, esa tirada limitada del Liber Novembrium Hermetici que se logró aprobar con la inestimable colaboración de Holocubierta y la propia Atlas Games (y que no está parada, pero es que con las fiestas todo se detiene, ya sabéis). Recordad que tenéis todos los contenidos de este pasado Noviembre recopilados aquí. También estoy trabajando ya en el PDF que recopilará esos contenidos, pero eso va un poquito más despacio de lo habitual, que no me da el tiempo para todo…
2. Ars, siempre Ars. Como ya habrá quedado patente a estas alturas, después de un tiempo apartado de él, este año he vuelto a pegarle fuerte a Ars Magica (ya lo he dicho, la cabra tira al monte). He jugado al juego en casi todos los formatos imaginables: con esa partida de Comunidad Umbría que decía más arriba, en la que llevaba a un Bonisagus decidido a incorporar la Necromancia cananea a la teoría hermética. Pero también me lo pasé en grande jugando una versión por Discord de The Bats of Mercille donde el grupo y el narrador eran tan magníficos como nefasta era la plataforma. Allí interpretaba a Jean D’Arc, una doncella guerrera tan piadosa como furibunda, y con varios secretos muy bien guardados. Incluso he llegado a jugar una tercera partida, en este caso por Roll20, que he tenido que acabar dejando por falta de tiempo, y bien que me ha dolido. Allí llevaba a Rotundus, un orondo magus Mercere decidido a investigar los portales del Rin para ganarse un nombre en la Orden. ¿Tres partidas diferentes, en un solo año, y como jugador? No había jugado tres partidas como jugador a Ars en toda mi vida, así que imaginaos cómo estoy, ¡dando palmas con las orejas!
1. Proyectos, proyectos. Además de todo esto, estoy ahora mismo involucrado en dos proyectos de los que aún no puedo decir más cosas pero que me tienen muy ilusionado. El primero de ellos debería desvelarse bastante pronto, no en vano lleva ya un tiempo largo de gestación, pero no es algo que dependa de mí. Más recientemente me he liado la manta a la cabeza a nivel fan con algo que tiene que ver con Savage Worlds y que está aún muy en pañales, así que no sé exactamente hacia dónde avanzará (si es que avanza), pero ahora mismo tiene muy buena pinta. Sé que decir esto es como no decir nada, pero cuando pueda ya me extenderé más sobre el tema. A eso habría que sumarle, de confirmarse, esa traducción de El sueño de una noche de verano, el nuevo volumen del Liber Novembrium Hermetici y alguna otra cosa más que tengo en alguno de mis bolsillos. Muchas cosas me parecen, pero bueno…
Y hasta aquí llega mi repaso del año que termina. A 2021 le pido una cosa por encima de todo: que termine de una vez esta pesadilla que está viviendo el mundo entero y que todos podamos volver a la normalidad, sea vieja o nueva. Puestos a pedir cosas más cercanas, le pido tiempo para poder dirigir una campañita de Bestias y bárbaros que está cogiendo polvo en un cajón, y también volver a ponerme tras la pantalla para dirigir Ars, aunque no sé si me va a dar para todo. Ah, sí, y mantener el nivel de partidas como jugador que he tenido en 2020. ¿Es mucho pedir? Me temo que sí, pero solo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, os deseo a todos un buen final de año, un muchísimo mejor inicio de 2021… ¡y salud, mucha salud y mucho rol!