El otro día leía en el subforo de Ars Magica de la página de Holocubierta una reflexión sobre cómo la quinta edición del juego no presentaba ninguna metatrama, a diferencia de ediciones anteriores. Entiéndase «metatrama» como una gran historia oficial del juego, que se iría desarrollando a lo largo de uno o más manuales, lo que a efectos prácticos obligaría a los aficionados a comprarse esos suplementos si quisieran seguir esa metatrama hasta el final. También se puede entender por «metatrama» un simple planteamiento (también oficial) de las intenciones de los principales protagonistas del juego (en este caso, las Casas Herméticas), con sus objetivos a corto y largo plazo, sin más.
Pocos días después, leía en el foro de Atlas Games la opinión de una jugadora de Ars sobre Faith & Flame, el suplemento sobre el Tribunal de Provenza. Entre otros motivos, el manual le había decepcionado porque habían borrado de un plumazo covenants tan importantes en ediciones anteriores como Windgraven, Mistridge (o, aunque no lo decía, Doissetep). Es algo con lo que estoy parcialmente de acuerdo: aunque esos covenants han desaparecido, hay algunos claros guiños referenciales hacia ediciones y lugares anteriores. Pero ese no es el tema que nos ocupa, y ya lo comenté en mi reseña original del suplemento.
La cuestión es que ambos hechos están sin duda relacionados entre sí. Como ya anunciaban en el manual básico de quinta edición, «todo ha cambiado pero todo sigue igual». Y en ningún aspecto se ha notado eso más que en el feroz e incansable ánimo de ruptura de la «continuidad hermética» de esta edición respecto a las anteriores, sin duda para borrar la sombra de White Wolf y su obsesión por hacer de Ars Magica el «pasado» de Mago y el Mundo de Tinieblas. A partir del inicio canónico del juego (año 1220), el futuro (y la Orden de Hermes) es una tabula rasa. Efectivamente, todo sigue «igual» que antes: las Doce Casas tienen (casi) todos sus domus magna donde estaban antes, y la Orden como tal es perfectamente reconocible. Pero también es cierto que, más allá de esa premisa básica, se perciben pocos… «grandes planes» entre bambalinas.
Todo empezó bastante bien. En Guardians of the Forest, el manual del Tribunal del Rin, se presentaban nada menos que tres domus magna (Durenmar, Irencilia y Crintera), y el primero de ellos incluso recibía casi un capítulo entero dedicado a él, como no podría ser de otra manera con la cuna de la Orden. Incluso aparecía por allí Triamore, un covenant que protagonizara su propio manual en cuarta edición (el único que lo ha hecho junto con Mistridge). Parecía que había un cierto continuismo, una intención de mantener una «caracterización» canónica de la Orden que se iba a poder seguir con comodidad si así lo deseaba uno. Además, en las ideas para sagas en la última parte del libro se incluía una, la del Tribunal Lotaringio, que abarcaba más de un Tribunal, y otra, la del Cisma de Crintera, que afectaba a toda una Casa. Si querías una «metatrama» bosquejada, ahí tenías al menos dos.
Por desgracia, en posteriores manuales de Tribunales la cosa no fue igual. En The Lion & the Lily se planteaba de nuevo la idea del Tribunal Lotaringio, pero enfocada desde el punto de vista normando, claro. Tanto allí como en suplementos posteriores se presentaban nuevos covenants, por lo general en áreas apenas tocadas en ediciones previas, lo cual parecería perfectamente justificado. Sin embargo, a medida que han ido apareciendo esos manuales, la sensación de «aislamiento» de dichos Tribunales respecto al resto de Europa se ha ido también reforzando. Da la sensación de que cada Tribunal existe en su propio espacio independiente de los demás, y solo en casos muy contados se mencionan en un manual covenants pertenecientes a otros Tribunales. La gota que ha colmado el vaso (exagerando un poco) ha sido esa reinterpretación de Provenza, donde Mistridge ya no existe, Doissetep no se llama Doissetep y todo suena a… «otra Provenza». Que está muy bien. Yo defiendo Faith and Flame pese a los palos que le han dado, me parece un reboot muy interesante y, como decía, tiene suficientes guiños para los «perros viejos». Pero también duele no ver casi ningún rastro de ese lugar que se fue desarrollando a lo largo de cuatro ediciones.
Como decía, la ausencia de metatramas en Ars Magica y su ánimo de ruptura con el pasado es intencionado por parte de Atlas Games. Entra dentro de su política de «cada saga y cada versión de la Europa Mítica es diferente, haz tú la tuya». También hay de por medio cuestiones legales. Y obviamente, no hay por qué asumir que todo el mundo ha jugado a ediciones anteriores, y a mucha gente le importará un pepino saber qué covenants fueron leyenda en tiempos pretéritos. De hecho, tarde o temprano nos encontraremos con revisiones de Tribunales que ya aparecieron en ediciones antiguas, y excepción hecha de los domus magna, dudo que haya muchos lugares que se repitan en ambas versiones. Pero si el precio a pagar por un Tribunal Romano mejorado es perder a Rellantalli o Sansaron, acepto el trato.
Por todos esos motivos, entiendo la decisión de Atlas. De hecho, creo que les ha ido muy bien con ella. El nivel medio de los suplementos es muy alto, y la libertad absoluta que tienen los creadores no habría sido posible sin romper radicalmente con casi todo lo anterior. Sin embargo, Atlas también debería tener en cuenta que en ocasiones los fans del juego necesitamos alguna referencia, algún canon (por así decirlo) más sólido. Una cosa es romper con lo anterior y otra no ofrecer una base sólida sobre la que edificar nuestras sagas. A nivel local, de Tribunal, todo está perfectamente engranado. Pero… ¿cuál es la política de la Orden de Hermes a nivel continental? ¿Qué presencia e influencia tienen los domus magna en los magos de sus casas de otros Tribunales? ¿Cuáles de los planes de las Casas trascienden esos Tribunales? Para responder a todas estas cosas no hace falta crear ninguna «metatrama» alambicada y compleja que tenga que avanzar a lo largo de los años o que deba abarcar toda la Orden. Algo como esos bocetos que comentaba antes de Guardians of the Forest sería ideal, que alguien pudiera usar o dejar de usar a su conveniencia.
Es cierto que para eso habría que tener en cuenta ciertas cosas a la hora de redactar nuevos suplementos. Ante la ingente cantidad de información publicada, es difícil mantener una coherencia, y esa es otra razón que ha esgrimido Atlas para justificar ese cáracter aislacionista, ese «haz lo que te parezca», de los suplementos de Tribunales. Pero creo que con estas pinceladas el juego podría ganar mucho (aún más), y los jugadores también lo agradecerían enormemente. Incluso los recién llegados, que a veces pueden verse abrumados un poco ante la riqueza de la ambientación de Ars.
En cualquier caso, no parece que la cosa vaya a cambiar a corto plazo. Por mí no hay problema. A los que les puede la nostalgia, por suerte, y como dice Atlas, «cada Europa Mítica es diferente» y en Ars existen unas fantásticas reglas para crear covenants. Nada nos impide volver a crear Mistridge y Doissetep, o devolver la vida a Grimgroth, a Protantus o a Erat Caecus…